14 jun 2013

El Guggenheim, franquicias, imitaciones y un apéndice folclórico

 

Mirando al mar. Acrílico sobre papel encolado.

Cuando el Museo Guggenheim de Nueva York abrió sus puertas, allá por los años cincuenta, el diseño del edificio fue menospreciado por un amplio sector de la comunidad artística, aduciendo que, a causa de su morfología, era muy difícil colgar allí las pinturas (el marchante de Rothko se quejó manifestando que los enormes lienzos del pintor apenas tenían sitio para ser expuestos). Teniendo en cuenta que por aquella época los artistas de la Escuela de Nueva York copaban las principales galerías de Arte, cabe pensar que los "inventores" y marchantes del Expresionismo abstracto fueron los principales detractores del edificio proyectado por Frank Lloyd Wright. Cuando los inconsistentes argumentos de falta de espacio llegaron a oídos del director del museo, éste contestó que los artistas harían bien en adaptarse a las dimensiones de las salas si exponer querían (las malas lenguas dicen que  apostilló que su museo no era para pintores de brocha gorda y rodillo -Rothko y Pollock estaban en su cabeza-, sino para artistas de fino pincel). Imagino que muchos artistas (y sobre todo sus mentores) se volvieron quejumbrosos cuando vieron el interior del edificio, porque quizá pensaron que la imponente belleza de aquel atrio en espiral restaría protagonismo a la discutible calidad de las obras que allí querían colgar. 


Guggenheim de N.York. Interior.

Guggenheim de N.York. Exterior.

Pero la divina providencia, disfrazada de oportunismo (o al revés) y ayudada por la tecnología y el nuevoriquismo encumbró arquitectos megalómanos para que nos construyeran, entre otras cosas, franquicias museísticas. Y así como el museo de Lloyd Wright en Nueva York creció proporcionado, original y funcional, su homólogo bilbaíno, por obra y gracia de Frank Gehry, lo hizo de una manera extravagante, desproporcionada y... cara. Muy al gusto de los nuevos viejos tiempos.
La primera vez que estuve ante las puertas del Guggenheim bilbaíno (2005), quedé deslumbrado, como casi todo el mundo, a pesar de ver en él una copia maquillada del Walt Disney de Los Ángeles -que, aunque se construyó después del museo de Bilbao, se diseñó mucho antes-. Hoy tengo la sensación de que Gehry dejó de diseñar para empezar a copiarse cansinamente. Su museo de Bilbao ya ni me deslumbra ni me alumbra (lo siento).  Pero me alegra saber que muchos bilbaínos disfrutan de los réditos que el turismo cultural les aporta, y que Bilbao, gracias al monstruo de titanio, sea conocido en medio mundo. Aunque mucho me temo que la masiva afluencia de público a sus instalaciones tiene más relación con las delirantes curvas de hojalata que con el Arte; la mayoría de sus visitantes ni siquiera saben que muy cerca, a un tiro de piedra del gigante, se encuentra el Museo de Bellas Artes con una fabulosa colección permanente.
 

Tampoco niego que, a diferencia de su hermano mayor neoyorquino, los inmensos espacios diáfanos del  Guggenheim están más preparados para albergar al nuevo Arte Contemporáneo, tan proclive al mamotretismo (no me extrañaría que algún día viéramos programada en el museo una ópera de Tchaikovsky interpretada por un ejército de retroescavadoras) .
Al calor del efecto Bilbao, los gobernantes de todas las Comunidades Autónomas también quisieron tener un museo icónico, singular, con firma, que atrajera visitantes porque, como reza un tópico moderno, "en las sociedades postindustriales la cultura es un bien de consumo y una parte esencial de la economía”. No bastaba, para atraer visitantes, que España sea el segundo país del mundo que cuenta en su territorio con más ciudades y monumentos declarados Patrimonio de La Humanidad. Riqueza cultural que nuestros representantes nunca han sabido explotar y difundir.  Y, bajo estúpidas premisas, por arte de birlibirloque o por sustanciosas comisiones, en España proliferan los museos como las clamídeas en un puticlub. Más de mil (la cifra aún está por aclarar) yacen esparcidos por toda la geografía. ¿Qué se expone en ellos?  Muy seguros no estamos. Pero lo que sí imaginamos, no sin sentir vértigo, son los ceros impresos en las facturas de agua, gas y electricidad de esos museos que los españolitos de a pie pagamos sin rechistar en aras de la “cultura”.  
Llámame insensible, pero yo empiezo a cansarme de tanta singularizad museística y de tropezarme en sus grandes salas con montones de ferralla o cascotes amontonados en sutil composición que nos sugiere la fugacidad de la existencia.
Pero pensándolo más a fondo, y viendo que algunos de esos grandes templos de la modernidad suelen estar abarrotados, es posible que nuestros gobernantes y su legión de carísimos consejeros no vayan tan desencaminados: nos han construido  tantos museos de Arte Moderno para que saquemos a pasear, de vez en cuando, a ese idiota que todos llevamos dentro.

Para rematar el tostón, si quieres, dale al PLAY del audio (juro que no es una pieza de Philip Glass sino un tema que ni pintado para este post). Tú verás.
                     

13 comentarios:

mariajesusparadela dijo...

A mi, como Diógenes, que no me quiten el sol ni la exposición permanente de la naturaleza.
Y cuando quiero arte humano, vengo aquí, a admirar, pasmada, las sombras de las sillas.

pazzos dijo...

¿Para cuándo el Museo de la clamídea? Ya está tardando.

Rick dijo...

Me gusta esa especie de marina que has hecho, solo con escalas de azul y líneas negras que forman las sillas. No se puede hacer mejor con esa economía de medios: eres un mago de la síntesis.

Y da gusto leer a alguien que sabe de lo que habla poniendo en su sitio a los arquitectos estrella. Los ignorantes en estos asuntos pensamos algo parecido... pero en bajo, no sea que nos llamen eso, ignorantes. Hay algunos de estos señores, como Gehry, que a mi me dan la impresión de haberse convertido en franquicias.

"Mamotretismo". Cómo me ha gustado eso...

Y el remate me ha sorprendido: por asociación de ideas, creí que ibas a cantar el "Mirando al mar" del señor Sepúlveda, pero no. Tienes razón, la Campanera también va que ni pintada. Cómo prosperas en el mundo del cante, ladrón.

Pez Átono dijo...

Lo ha sintetizado usted guapamente. Yo hubiera necesitado un tratado de arquitectura para adoquines para entendello. No le recomiendo una visita por A Cidade da Cultura de Santiago de Compostela, secuela de todo lo que usted ha explicoteado tan bien: deprime. Entre otras cosas, porque se ve claramente que el clima y la vegetación gallegos acabarán con esa construcción en un máximo de cincuenta años.

Hermosas sillas, con sus desnudas sombras. El azul es tan irreal que las hace creíbles. ¿Por qué una silla vacía parece indicarnos que espera a alguien o que alguien acaba de levantarse? No se preocupe por mi salud mental, es que estoy practicando para crítico de arte del futuro Guggenheim de Betanzos. Realmente me gustan sus sillas.

Estaba un poco decepcionado, Maestro. Creí que volvería de las Américas con una versión de Suspiros de España, de La Piquer. Pero su elección de Campanera (¿La de Peter Pan?) me ha devuelto la pasión por la injustamente olvidada copla. Gracias.

Salud.

Ātman dijo...

Este hombre parece haber sacrificado definitivamente la funcionalidad del simple rectángulo, lo que no me parece mal escultóricamente hablando, pero no me gustaría vivir en una casa así… que no me cuadra, vamos. Los museos en general me parecen mucho mejor. “Sacar de paseo al idiota” es toda una hazaña en los tiempos virtuales que corren, y si es por amor al arte, mejor que mejor.

Caruano dijo...

MARÍA JESÚS,
sabía que te iba a gustar el cuadro de las sillas. Durante un tiempo tuve uno parecido, que tú alabaste (gracias), como cabecera del blog.
Beso.


PAzzos,
no me digas que no existe ya! :0
Yo pensé que Calatraba habría aprovechado ese vacío y...

Caruano dijo...

Gracias, amigo RICK.
Me gusta lo que dices del cuadro. Es más, ahora mismo voy a cambiarle el nombre por el de "Marina", aunque no sé si alguien, además de tú y yo, verá una marina en esa pintura.
Gehry, como siga así, corre el riesgo de convertirse en un remedo de sí mismo (si no lo es ya), proyectando una arquitectura de "fórmula". Algo parecido les pasó a algunos pintores de la Escuela de Nueva York que, viendo el éxito que tenían algunas de sus pinturas las repetían, con ligeras variantes, hasta la saciedad, impulsados muchas veces por sus marchantes, que para seguir ordeñándolos económicamente casi los obligaban a pintar lo mismo siempre. Maldito parné.
¿El 'Mirando al mar'? No me des ideas...
Elegí la Campanera para desintoxicarme de tanta 'modernez' que respiré mientras escribía el texto, y pensé que como contrapunto no estaría mal. Cosas de pazguatos.
Abrazo.


Don PEZ,
cuando vaya a Galicia, iré a ver la 'Cidade da Cultura', esa crónica de un horror anunciado, en piedra. Hay que echarle mucho morro para vaciar una montaña para volver a construírla, pero alicatada. Pero no un alicatado cualquiera sino con una piedra natural que tuvo que traerse en barco desde Brasil porque aquí solo pudo extraerse un 20 o 30% de lo que se necesitaba. Todo un despropósito que pagaremos (en sentido literal) hasta nuestra muerte (ya me imagino a Fraga desde los infiernos, sentado sobre una tea, burlándose de nosotros y mascullando "pringadiños").
Oiga, no se tome a broma lo de ser crítico de Arte, apunta usted manerazas y podríamos llegar a sustanciosos acuerdos: dicen que el éxito de un artista depende, en gran medida, de las críticas emitidas por los críticos de Arte, de quienes también se dice que son como los eunucos: saben cómo se hace pero no pueden hacerlo.
Todavía no he ido a las Américas, señor Átono; iré a niuyor en septiembre; está usted a tiempo de encargarme una camiseta firmada por los Yankees o una réplica de la Zona Cero en papel maché. Anímese y pida.
Y, sobre la canción, le digo lo mismo que al amigo Rick: ¿Suspiros de España de doña Concha? No me dé usted ideas...

P.s
¿La de Peter Pan no era la Campanerilla?

Caruano dijo...

Tampoco me disgustan a mí, apreciado ATMAN, los juegos de formas que nos proponen muchos arquitectos, siempre y cuando tengan en cuenta la ubicación y la función del edificio o contenedor proyectado (esta reflexión perogrullesca parece que la desconocen muchos diseñadores) y, coño, un poquito de variedad en los diseños, que da la impresión de que muchos le ponen el piloto automático al AutoCAD.
Abrazo.

tula dijo...

Caballero, desconocía sus talentos gráficos y la verdad es que me gustan.
Tula

Caruano dijo...

Muchas gracias, Sra. Tula. A mí también me gusta que haya usted elegido como avatar ese impresionante cuadro de Brueghel “el Viejo” (también me gusta mucho el "perro o pantera con sombra ¿?" que encabeza su blog.
Gracias por la visita.

Pez Átono dijo...

Para mi mal, yo sí he ido a ver A Cidade da Cultura, y he de aclararle que las piedras no están colocadas unas sobre otras, sino que son losas que están como atornilladas a una estructura interior que ignoro. ¿Papel maché, dice usté? Si se le da un golpe a esa pared, suena a hueco como cabeza de votante. Desconcertante.

¿Aún se pueden hacer peticiones para su viaje? Esto…, para un amigo… ¿Podría ser un donut pringoso con mucho azúcar glasé? O maché, lo que le sea más fácil.

Maripaz dijo...

Jajaja, Caru, yo me quedo con tu voz, no se puede comparar,chiquillo.

Caruano dijo...

Apreciado PEZ,
no seas tan humilde y encárgame algo de Tiffany's, por favor. Sabes de mi debilidad por ti y que no voy a escatimate caprichos.
Abrázote.


MARIPAZ,
muchas gracias por tu generosidad, guapa.
Un fuerte abrazo.