El poder de la palabra y otras mamonadas (con perdón).

                                   

A principios del 98 el Caso Lewinsky empezó a destaparse a través de internet hasta convertirse en la bomba informativa del año.

Una becaria de la Casa Blanca llamada Mónica Lewinsky salió a la palestra por hocicar debajo de la mesa de El Despacho Oval estando repantigado en el sillón presidencial, y con los pantalones bajados, Bill Clinton. El ex-presidente siempre negó haber mantenido relaciones con la becaria, insinuando que aquello que le hacía Mónica ni por asomo constituía una relación sexual. 

Nunca entendí los conceptos que Clinton manejaba sobre relaciones sexuales (en el país de Masters y Johnson) pero, sin darse cuenta, sus palabras daban pábulo a  una pléyade de adolescentes que, aferrándose a las premisas del presidente, se frotaban las manos esperando el momento propicio para imitar las artes bucales de la falofágica becaria. Incluso algunos Estados de la Unión en los que la ley penaliza la felación respiraron aliviados pensando que después de haber pillado a Clinton, y a Mónica con la boca llena, derogarían la dichosa ley.     

 

Por aquella época, quizá mientras la pornobecaria (el instrumento de un complot para destronar al Amo) seguía arrodillada debajo de la mesa presidencial, el bueno de Bill dio la orden de bombardear un laboratorio farmaceútico en Jartún que surtía de medicamentos a varios países de África aduciendo que allí se fabricaban armas químicas (cosa que no era cierta). 

El discurso del hombre más poderoso del mundo desmintiendo haber mantenido relaciones sexuales con la becaria e insinuando que la felación pertenece a una categoría inferior del sexo, probablemente produjo daños colaterales en los E.E.U.U., a saber: sífilis, gonococos, herpes, hepatitis, etc.; pero nunca podremos cuantificar el número de muertes producidas en África por el bombardeo al laboratorio farmacéutico, porque no sólo murió el personal que se encontraba allí sino  cientos de miles de personas, o quizás millones, fallecieron por quedarse sin medicamentos en un continente como el africano.  

Algunos presidentes o ex-presidentes, aunque tengan la bragueta abierta, deberían tener siempre la boca cerrada.  Creo yo.
Las becarias que hagan lo que quieran con su boca.

Amigos blogueros, os deseo un feliz año. Ojalá hayáis sido buenos para que los Reyes Magos os traigan muchas cositas. También le deseo a los Reyes, aunque no sean magos, que tengan suerte y más ojo con la elección de los príncipes consortes, o de los infantos consortes, o.. como se llamen.